sábado, 29 de marzo de 2008

Información (II)

Baja aquí un resumen general de las otras cuatro teorías tratadas en el foro (Freudiana, Kleiniana, Postkleiniana, Independiente):

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Lacan en Libros (II)


viernes, 28 de marzo de 2008

Información (I)


Descarga acá el tríptico ultilizado en el foro:

http://rapidshare.com/files/103193288/Tr_ptico_informativo_sobre_Lacan.doc.html

El amor en psicoanálisis

El psicoanálisis desde Freud se ha preocupado de elaborar un saber sobre el amor y el deseo. Este hecho no debe sorprendernos ya que desde el comienzo de la experiencia analítica está el amor de transferencia. El amor en psicoanálisis es el amor de transferencia, de esto voy a hablar.
En sus "Contribuciones a la vida amorosa" nos dice Freud que la elección de los objetos de amor que un sujeto realiza a lo largo de su vida viene siempre marcada por un objeto de amor primero y fundamental: la madre. Así, cada elección de objeto va a ser un intento de realizar aquellas aspiraciones infantiles inconscientes a las que el niño quedó fijado, que surgieron en relación a la madre como primer objeto de amor y que quedaron reprimidas por la barrera del incesto. La consecuencia es que el objeto o los objetos amorosos que un sujeto elija a lo largo de su vida van a ser siempre sustitutos de aquel objeto primordial.
Nos descubre Freud que siempre hay un elemento de repetición inconsciente en los objetos de amor que elegimos. Hay algo en la naturaleza misma de la pulsión sexual, desfavorable a su satisfacción plena. Ya que al haberse perdido el objeto originario por obra de la represión con ningún otro objeto se va a alcanzar una total satisfacción. El mensaje que nos deja Freud acerca del amor no es halagador para el ser humano puesto que llega a la conclusión de que existe un desarreglo esencial en la sexualidad humana.
Esto que dice Freud, Lacan lo va a resumir en la fórmula: "No hay relación sexual". No hay relación sexual no quiere decir que no haya relaciones sexuales. No hay relación sexual quiere decir que no hay armonía entre los sexos, que nunca va a haber un encuentro pleno, un goce absoluto. Para Freud la causa de este desencuentro está en la imposibilidad de alcanzar el objeto , ya que éste se perdió para siempre. Lacan en cambio va a decir que el objeto nunca estuvo, nunca existió. Que es por el mismo hecho de hablar, por los efectos que el lenguaje tiene sobre el ser que habla, que no hay relación sexual. Pero es esta misma falta de adecuación entre el sujeto y su objeto, esta falta de relación sexual la que va a posibilitar que surja el amor.
No ocurre lo mismo en los animales en los que basta que reconozcan a otro de la misma especie para que se ponga en marcha el instinto sin intermediación de lo simbólico. Así pues, El amor sólo es posible en el ser hablante. Pertenece al campo del lenguaje. Lacan acude a la antigua Grecia y toma "El banquete" de Platón para situar el amor de transferencia, lo que ocurre en la relación analítica entre analista y analizante. "El banquete" se refiere al amor, trata de la reunión de varios personajes, con motivo de la celebración de una comida, y en la que se pide a cada uno de los comensales que haga un elogio sobre el amor. El amor griego era el amor a los jóvenes bellos, el amor homosexual, donde cada uno de los miembros de la pareja era nombrado de forma diferente indicando su posición en la pareja. Erómenos: es la palabra que designaba al joven amado, era el más joven de los dos que había consumado su desarrollo pero que aún era imberbe. Era el objeto de amor. Erastés: designaba al mayor de los integrantes de la pareja, era el amante, aquel que careciendo de algo puede desear. Lacan lo dice de una manera muy precisa: el Erastés es el que no tiene; el sujeto que puede desear porque no tiene. Al contrario, el erómenos, el objeto amado, es el que tiene. Y el erastés desea lo que el otro tiene.
Lacan trabaja con la fórmula: amor es dar lo que no se tiene, definición del amor que encuentra su razón de ser en el propio texto de "El Banquete", en el discurso de Diótima cuando ésta explica el mito del nacimiento de Eros: Eros, el Amor, es hijo de Poros, Dios de la abundancia, y de Penia, la Pobreza. Penia se caracteriza por la aporía, que quiere decir falta de recursos (que en filosofía designa un callejón sin salida). Penia se hace embarazar por Poros en unas circunstancias bastante especiales: Poros asistía a las fiestas celebradas en honor al nacimiento de Afrodita, Penia que no había sido admitida se queda fuera vigilando. Poros, borracho, se duerme, lo que aprovecha Penia para hacerse embarazar. Y es así como nace Amor, que siempre tendrá algo de bello por la coincidencia de su concepción con el nacimiento de Afrodita. Aporía que Lacan nombra en lugar de Penia, es porque no tiene nada, o lo que es lo mismo, es a partir de su falta desde donde se pone en movimiento. El amor implica acción. Al amante le falta algo que irá a buscar en el amado.
Lacan toma cada uno de los discursos de los asistentes al banquete como si se tratara "de una serie de sesiones psicoanalíticas". Se va a servir de la oposición entre: erastés, el amante, y erómenos, el amado, para interrogar el amor de transferencia, lo que ocurre en el par analista-analizante. ¿Cómo surge el amor entre el erastés y el erómenos, cómo articular lo que le falta al amante con lo que tiene el amado? Ya que, como he señalado al principio, no hay coincidencia entre lo que a uno le falta y lo que el otro posee, y es esta no-coincidencia la que posibilita el amor.
Lacan dice que el amor es una metáfora, es decir la sustitución de un significante por otro que produce una significación nueva, el Amor. La función del amante (erastés) sustituye a la función del amado (erómenos) y surge el amor como significación nueva. Lacan ejemplifica la metáfora del amor con una bella imagen: "Es ese deseo por el objeto amado que yo lo compararía con la mano que se extiende para atizar el leño y que en el momento de alcanzarlo se inflama, y en la llama aparece otra mano que se tiende al encuentro de la primera ¡lo que se produce entonces es el amor!". Vemos que no se trata de simetría, de ninguna similitud en manos opuestas, el movimiento de una no es réplica de la otra. Es un movimiento de báscula, de erómenos a erastés. El erómenos que aparecía completo surge a su vez como deseante.
Lacan se va a detener sobre todo en el dialogo entre Alcibíades y Sócrates para situar la posición del analista en la relación transferencial. Alcibíades dirige a Sócrates su demanda de amor. Es el erastés, desea el agalma, objeto precioso que cree en posesión de Sócrates. Pero Sócrates no se reconoce cómo erómenos de Alcibíades, dice no tener nada deseable, nada digno de ser amado. Sabe que eso tan valioso que en él ve Alcibíades en realidad es nada. Y así, no respondiendo a la demanda de amor de Alcibíades, negándose a ser su erómenos, impide que se realice la metáfora del amor. Al mismo tiempo, en el momento en que reconoce no tener nada, nada digno de ser amado, Sócrates surge como deseante, como erastés, y es este lugar de falta, lugar de deseo, lo que le permite interpretar a Alcibíades, diciéndole: Todo ese amor que tu diriges hacia mi en realidad es a Agatón a quien se refiere (Agatón es otro de los asistentes al banquete). Alcibíades y Sócrates muestran la articulación central de la transferencia: la dimensión de un amor que apunta a un saber. Un amor que se dirige al saber en la medida que está en el inconsciente y en tanto es supuesto.
Aparece un saber nuevo, saber inconsciente que Alcibíades portaba sin saberlo. Esta posición de Sócrates como lugar de falta que permite una interpretación, es la que Lacan señala como posición del analista. En el amor de transferencia el analista no se confunde, sabe que el amor del analizante no es a su persona, es un amor al saber del inconsciente, saber que sólo va a surgir a partir del deseo del analista. En este punto podríamos decir que en el amor de transferencia el analista da lo que tiene: su deseo. Los psicoanalistas nos interesamos en el amor porque, como he tratado de transmitir en este trabajo, está presente en la relación transferencial. Le damos valor por su función de moderar el goce, que es con lo que los analistas nos enfrentamos diariamente.
Es porque el amor nos conduce al deseo; sin el amor la pulsión no cede. No quiere decir que desaparezca, pero el amor nos permite no estar siempre en lo mismo, nos permite pasar a otra cosa.


Fuente:
Belzunegui, Rosa, "Revista LetraHora".

Lacan en Esquemas


El nombre del Padre

¿Cómo se vincula esta operación simbólica del falo con el padre? Con su palabra, la madre establece una referencia a un padre más allá de ella, y que no necesita coincidir con el padre real, en la medida en que separe a la madre del niño. A este elemento estructural, simbólico, Lacan lo llama el nombre del padre. El padre es un nombre porque la paternidad siempre implica algo más que la realidad biológica del varón que da su esperma, algo puramente simbólico, que dentro de la cultura cristiana ha tenido una representación célebre. La Virgen María da a luz sin mantener ninguna relación sexual real con la Divinidad, lo cual muestra que la paternidad no debe reducirse al registro biológico. También lo apreciamos en la creencia, común en muchas culturas, de que el embarazo de una mujer está ligado a su tránsito por algún lugar sagrado. Siempre existe esta disociación entre el aspecto real de la paternidad y su aspecto simbólico.
La operación edípica es llamada metáfora paterna por Lacan. Es una metáfora porque implica sustituir un término por otro, el deseo de la madre por el nombre del padre. Su resultado es una significación, la del falo como lo perdido o negado. Recordemos que para Lacan en su propia estructura la metáfora entraña una sustitución, y ésta genera siempre una significación (la fálica, en este caso). La clave de todo esto reside en la revisión de la teoría clásica del padre edípico, que ya en parte hemos visto.
Para Lacan, el padre no es el padre real, el hombre que vuelve a casa a la tarde y se pone a mirar TV. Es más una función simbólica; no tanto una persona como un lugar, responsable de la separación de la madre. Cuando el niño retoma el lugar clave del falo para la madre, trataré de encarnar dicho objeto, aun sabiendo que no es idéntico a él. Así, el niño tratará de serlo para su mamá. El niño trata de ser el objeto que, según él, le falta a la madre. El nombre de este objeto es "falo". Aceptada esta definición, se la aprecia en una amplia variedad de formas clínicas.
"Ser el falo" alude a una posición imaginaria y no a una pauta de conducta concreta. Cada análisis muestra qué forma particular cobra en distintas personas.
La opeación paterna consiste en destruir este juego con la madre, en significar que el falo que el niño anhela encarnar se ha perdido, está fuera de su alcance, falta.

Debo encarar el hecho de que no solo soy impotente para encararlo, sino que es imposible. Cuando hablo de la significación fálica en la metáfora paterna, me refiero a que el falo, para ambos sexo, es algo perdido.

Esto es la castración: la renuncia a la permanente tentativa de ser el falo para la madre. Los neuróticos, por desgracia, no se resignan a esta renuncia. El padre real tendrá quizá la misión de encarnar esta dimensión simbólica del nombre del padre, pero en modo alguno coincide con ella, como se ve en las familias en las que sólo queda un progenitor. En otra palabras, lo que importa es cómo la madre se las ingenia para indicarle implícitamente al niño la existencia de una red simbólica con la que ambos están ligados, red que está más allá de la relación imaginaria que los une.


Lacan en Fotografías (III)

Lacan y Dalí en Nueva York.

El Complejo de Edipo (II)


El complejo de castración


¿Cómo interviene la castración en todo esto? Nunca se subrayará lo suficiente que uno de los mayores logros de Lacan fue volver a darle a la teoría del complejo de castración un lugar central en el psicoanálisis. Si bien éste había sido un referente cosntante para la primera, y sobre todo la segunda, generación de discípulos de Freud, en la década de 1950 no era raro encontrar artículos teóricos o historiales clínicos que ni siquiera mencionaban este vital concepto freudiano.

Desarrollé la idea de que el niño procura ser el falo de su madre.

Si el proceso edípico funciona bien, el niño renunciará a este afán, y el falo devendrá no tanto un objeto imaginario como la significación de lo faltante.
Ante esta pérdida, los varones y las niñas tienen ciertas opciones. El uso del órgano sexual por el varón debe fundarse en la aceptación de que hay un falo simbólico siempre más allá de él, un falo que él no tiene pero que tal vez un día, en el futuro, puede recibir. La niña puede abrigar la nostalgia del falo perdido o confiar en recibirlo de un hombre en el futuro. Lacan pone el tener del lado del hombre y el ser del lado de la mujer. Ser el falo quiere decir, en este contexto, ser un significante -lo cual explica, por ejemplo, la disfrazarse que según Joan Rivière es un rasgo característico de la feminidad.
Importa distinguir por lo menos dos concepciones distintas del falo en las obras de Lacan de la década de 1950. Primero, como objeto imaginario, una falta imaginaria que puede circular y en la cual se basan a menudo los juegos sexuales de los niños. Segundo, como significante, símbolo del deseo, que nada tiene que ver con la cuestión de tener o no tener un pene. Es literalmente un símbolo, que represente el goce perdido al atravesar el complejo de Edipo. La dificultad para distinguir lo imaginario de los simbólico puede originar una gran confusión clínica en la labor con los pacientes.

Fuente:
Leader, Darian, Groves, Judith, "Lacan para Principiantes", Era Naciente, 1995.


Esquemas de trabajo


El Complejo de Edipo (I)


Al comienzo de la vida el niño está a merced de la madre; depende de ella en todos los sentidos y es incapaz de entender las razones de su conducta. Por maravillosa o cruel que sea su madre, el niño siempre se formulará esta pregunta que le incumbe hasta el tuétano: ¿qué es lo que quiere?

¿Por qué se va ahora de la habitación?; ¿por qué me da el biberón en este momento?; ¿por qué hoy me aprieta o me sostiene apenas?; ¿por qué a mi hermana la deja irse a dormir más tarde?

Todas estas cuestiones pueden preocupar al niño, y la respuesta que se da constituye una parte decisiva del complejo de Edipo. Apuntemos que algunos niños, por el contrario, no se formulan estas preguntas, por la simple razón de que no tienen espacio para serlo: la madre está con el hijo constantemente y no deja que se evoque en él la dimensión de la ausencia o falta. El niño no cuestiona el deseo de la madre porque, en cierto sentido, él la satura como objeto; a ese objeto se reduce toda la existencia de ella. Si la madre revela que su vida no se reduce totalmente al niño, las cosas cambian. El niño se ve ante una serie de interrogantes sobre los movimientos y caprichos de la madre. Lacan argumenta que una operación liga todos estos enigmas acerca de la madre con una significación precisa: la del falo.
Melanie Klein ya había dicho que de todos los objetos que el niño sitúa en la madre, hay uno especial, privilegiado: el pene del padre. Con su teoría del falo, Lacan dio una nueva fomulación a esta idea.

Deseo algo que no es idéntico a mi hijo, sino que está más allá de él. Yo no ocupo un lugar en este deseo, pero no lo saturo ni lo lleno por completo.

Siempre hay algo que está más allá del hijo, a lo que se dirige el deseo de la madre. Para Lacan es el falo, algo inalcanzable para el niño y que supera su capacidad de encarnarlo.

Fuente:
Leader, Darian, Groves, Judith, "Lacan para Principiantes", Era Naciente, 1995.


Lacan en Video (I)

Teoría del estadio del espejo (III)


Yo y alienación


Lacan muestra de qué manera esta alienación en la imagen guarda correspondencia con el Yo (moi): el Yo se constituye por una identificación alienante, basada en que inicialmente el cuerpo y el sistema nervioso son incompletos.

Si el Yo es sede del narcisismo y éste no existe desde el comienzo de la vida, ¿qué debe pasar para que emerja?

Con su estadio del espejo, Lacan encontró una respuesta.


Fuente:
Leader, Darian, Groves, Judith, "Lacan para Principiantes", Era Naciente, 1995.

Lacan en Libros (I)


Teoría del estadio del espejo (II)


Capturado en una imagen


Lacan desarrolló su tesis combinándola con observaciones procedentes de la psicología infantil y la teoría sociológica, y sostuvo que había una forma similar de captura imaginaria del organismo por una imagen externa.

El niño se identifica con una imagen que está fuera de él, y que puede ser una imagen real en el espejo o simplemente la imagen de otro niño. La completud aparente de la imagen da un nuevo dominio del cuerpo.

En el artículo de la Enciclopedia de 1938, se recurre a esta idea para dar una brillante explicación de los inexplicables vaivenes de la conducta de los niños cuando pasan de una actitud tiránica o seductora a lo opuesta. En vez de vincularesto con un conflicto entre dos individuos (el niño y el espectador, en este caso), Lacan afirma que deriva de un conflicto interno de cada uno, resultante de una identificación con la otra parte. Y no se trata de un momento aislado de la niñez, sino de un principio rector del desarrollo: si me identifico con una imagen externa a mí, puedo hacer cosas que antes no podía.

Lo imaginario

Para el dominio de las funciones motoras y el ingreso en el mundo humano del espacio y el movimiento, se paga pues como precio la alienación esencial. Lacan llama "lo imaginario" al registro en que tiene lugar esta identificación, y subraya la importancia del campo visual y de la relación especular que subyace en el hecho de que el niño esté cautivado por la imagen.

Pero por esto se paga un precio. Si ocupo el lugar de otro niño, cuando a él lo golpeen, yo lloraré. Si él quiere algo, yo también lo querré. Estoy atrapado en una imagen que me es ajena, que está fuera de mí.

Fuente:
Leader, Darian, Groves, Judith, "Lacan para Principiantes", Era Naciente, 1995.


Lacan en Fotografías (II)

Representación del estado del espejo.


Teoría del estadio del espejo (I)



Los seres humanos nacen prematuramente. Librados a sí mismos, probablemente morirían. Al nacer no pueden caminar ni hablar, tienen un dominio apenas parcial de sus funciones motoras y son incompletos en el nivel biológico.

¿Cómo llega el niño a dominar la relación con su cuerpo?; ¿cómo reacciona frente a su carácter "prematuro"?

La respuesta de Lacan se encuentra en su teoría sobre el estadio del espejo. En textos posteriores llamó la atención sobre una curiosidad de la etología, conocida como "mimetismo". Un insecto en la madera puede asemejarse a un trozo de madera. La explicación obvia de este hecho sería que así se protege de los predadores, pero muchos estudiosos comprobaron que los animales que adoptaban esta imagen o disfraz tenían la misma probabilidad que los otros de ser comidos. A comienzos de la década de 1930 el gobierno norteamericano encargó el estudio, algo macabro, del estómago de unas 60.000 aves neárticas, a fin de confirmarlo contando los insectos que habían devorado. Se halló que los mimetizados aparecían con tanta frecuencia como sus compañeros más sinceros.

Si la biología de la evolución no da respuesta a la cuestión del mimetismo, si éste no obedece a la protección frente a los predadores, ¿cómo explicarlo?

Roger Caillois, pensador francés fascinado por el tema de las máscaras, los juegos y la relación entre el ser humano y el reino animal, adujo que había una suerte de ley natural por la cual los organismos son capturados por su ambiente. Toman por ejemplo, el color circundante.


Fuente:
Leader, Darian, Groves, Judith, "Lacan para Principiantes", Era Naciente, 1995.


Lacan en Fotografías (I)

De Pie: Lacan, Picasso, Beauvoir, Brassaï;
sentados: Sartre, Camus, Leiris.